Ya esta bien de tonterías, nuestros cítricos se mueren a la velocidad de la luz. El pueblo valenciano es un pueblo trabajador, que durante siglos ha vivido de su bien más preciado, la agricultura. La fértil tierra que rodea nuestra comunidad ha sido y es el sustento de muchas familias de costa a costa. En la mayoría de los campos encontramos cítricos como la naranja o limón, frutas que cada día luchan por su supervivencia en un mercado europeo que cada jornada recibe toneladas de cítricos de fuera de nuestras fronteras.
Soy hijo y nieto de agricultores que han dedicado todas sus vidas al cultivo de unas naranjas de calidad y ahora ven como el trabajo de toda una vida se desploma a una velocidad vertiginosa. La tristeza les invade cada vez que salen los precios de sus Clemenules y es que es para llorar. Dedican todo el año a cuidar y diría casi criar estos jugosos cítricos para que cuando venga la hora de cobrar, a veces, no cubran ni los gastos de mantenimiento.
Pero ya no solo es el dinero, también es el valor sentimental que tienen para sus dueños. El trabajo de todo un año tirado al suelo por culpa de unos políticos que viven a cuerpo de rey en Bruselas. No hacen nada por defender los intereses de los ciudadanos de su país y firmar tratados que llenan de cítricos el mercado europeo, cítricos de terceros países, de peor calidad y con menos controles sanitarios y lo hacen en plena producción y distribución de los nuestros. Pero de estos tratados les hablare más adelante.
Hace unos años decidí indagar en el problema y escribir un reportaje. Para ello entrevisté a varias personalidades dentro del sector citrícola de la naranja. La respuesta al problema de todos ellos fue la misma “El sobreabastecimiento de terceros países de fuera de la Unión Europea y la poca ayuda del gobierno, los senadores de Bruselas”. Llegados a este punto, el cual me resulta curioso, no es otro que el tema de los pactos agrarios.
Supuestamente estos pactos no buscan perjudicar a nadie, pero si lo hacen. Al agricultor español se le pide unos parámetros, unos controles y unos productos fitosanitarios para que su naranja o limón se comercialice. El agricultor valenciano los cumple a pesar de que eso le suponga más coste pero luego encontramos que estos cítricos de países terceros no llevan los mismos controles. ¿Por qué no todos juegan con las mismas reglas? ¿Por qué los eurodiputados no hacen nada para remediarlo?
Con estas líneas no estoy queriendo desprestigiar a nadie, solo quiero alzar mi voz al cielo por lo que considero una injusticia. Porque veo como la agricultura, los campos en los que me crié mueren día tras día y eso no lo puedo permitir. Por ese motivo pido a los políticos que no hagan oídos sordos ante esta problemática, que miren por el ciudadano antes que por su bolsillo, ese se va llenar igual, pero el del agricultor no.