A muchos en Ciudadanos se les cayó un mito con Toni Cantó cuando saltó al PP de la noche a la mañana. Fue algo así como si Leonidas, el día de la batalla de las Termopilas, hubiera aparecido junto a Jerjes montado en su trono dorado. La decepción de las decepciones. Pero no para todos fue así, de hecho algunos se alegraron. Y es que Toni levantaba pasiones en Ciudadanos, pero también muchas envidias y recelos. Su llegada a la Comunidad Valenciana no fue ni mucho menos un camino de rosas y fue ejerciendo de líder valenciano de zancadilla en zancadilla. 

A nivel nacional Cantó era un gran activo. Sus intervenciones en debates y entrevistas, como mínimo, no dejaban indiferentes, de hecho, en el partido naranja pocos como él y por eso siempre contaban con Toni. Sin embargo, desde su puesto en Valencia donde aterrizó en 2018, la situación era bien distinta. Ni Institucional ni Organización se lo pusieron nada fácil. Delante de todos… abrazos de judas, sonrisas fingidas y gestos impostados. Detrás de las cámaras… burlas, apodos irrespetuosos y operaciones clandestinas para socavar su autoridad. 

… se vivieron momentos tensos para al final tener que aceptar Toni Cantó que le volvieran a pasar por encima 

El caso de los asesores en la Diputación de Alicante fue bien sonado y aunque, ante la opinión pública, se le quiso quitar hierro al asunto, lo cierto es que la lista elaborada por Toni Cantó fue desechada. Él hizo sus deberes presentando sus nombres un viernes y se marchó de viaje al extranjero. Sin previo aviso, el lunes se presentaba otra lista elaborada por Organización y avalada por Institucional donde se sustituía tres nombres por gente de la cuerda de Emilio Argüeso y se realizaba algún otro cambio como las competencias que asumía como asesor el Secretario Provincial de Institucional que pasaría a cobrar una cantidad algo más suculenta. Los mentideros cuentan que se vivieron momentos tensos para al final tener que aceptar Toni Cantó que le volvieran a pasar por encima. 

Una de tantas porque Cantó tenía literalmente las manos atadas y no tenía libertad para hacer nada, siempre bajo la atenta vigilancia de Organización e Institucional que más bien le ponían palos en las ruedas, un secreto a voces entre la afiliación de la Comunidad Valenciana. “Que se entere el de Siete Vidas quién manda aquí” solían decir algunos al principio “que se entere el Camaleón quien manda aquí” decían al final. 

En realidad, de lo que se trataba no era de hacer un gran fichaje sino de neutralizar a un gran contrincante

 Y con este panorama entiendo que cuando el Partido Popular cantó su serenata bajo la ventana de Toni, éste se pusiera a escuchar. Toni Cantó no traicionó a Ciudadanos, tiró la toalla. Cansado de tanto ninguneo, de obstáculos, de guerras de poder. Cansado de ver que la meritocracia sólo era un eslogan y que sus mayores enemigos los tenía en su propio partido. 

Se dejó querer habida cuenta de su lúgrube historia de amor naranja, iniciando así un nuevo idilio con el PP al que le declaró su amor incondicional en público. Pero le pasó lo que le pasa a cualquiera que muestra demasiado interés y al final el partido de Pablo Casado y Ayuso no le correspondió de la misma manera y el romance no ha sido ni mucho menos como algunos se lo imaginaban. En realidad, de lo que se trataba no era de hacer un gran fichaje sino de neutralizar a un gran contrincante y ahora la vida política de Toni Cantó es de tercera fila con su propio chiringuito como afrenta.

Cantó ha pasado de ser el azote del PP a ser uno de ellos, de dar sopas con honda a esos dioses y semidioses de la vieja política cargada de privilegios a formar parte de ella. Qué ironía de final y qué satisfacción para la vieja política ver a Cantó así y diciendo eso de “el chiringuito soy yo”. Increíble pero cierto. Atrás quedó aquel otro Toni Cantó que en 45 segundos en un debate cerraba bocas y sacaba los colores a todos. Supongo que nunca más. Vieja política 1, nueva política 0. 

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